Wednesday, October 26, 2011

Un Gran Testimonio

For my friends who know Spanish...

Una amiga mía escribió y publicó esta historia en Facebook el lunes. Aunque no la conozcan, los animo leerla. Su actitud a pasar de todo es un gran testimonio. Fue muy impactante para mi, y tal vez será para --ustedes, también.

----------------------------------------------------------------------

Un Asalto Frustrado


Después de un fin de semana más que bendecido, una semana empieza y el inicio es como cualquier otra, buen ánimo, un poco cansada pero optimista por las actividades que vendrán y habrán que superar. Aunque una no quiera a veces los inicios de semana o bien los días se convierten en rutina, y no digo que eso sea malo porque muchas veces se requiere de disciplina para que esa rutina se lleve a cabo. A diferencia de muchos pienso que no todas las rutinas son malas. El diccionario define rutina como un acto repetitivo, como por ejemplo el ejercicio, incluso el vivir puede convertirse en una rutina. Mi día lunes empezó de una manera muy usual, me desperté temprano sin embargo por el frío esperé un rato más en el calor mi cama, realice algunas actividades diarias, pude compartir un tiempo con mi hermana, mis sobrinos, mi abuela y mi mamá y a las 10:30 me despedí de ellos. Cuando salí de casa, mientras caminaba hacia la parada del bus, recuerdo que habían muchos pensamientos en mi mente, como es de costumbre me encanta hacer un mapa mental de las actividades que espero realizar. Pero había algo con lo que no contaba y es que hoy presencié un asalto frustrado, algo que no estaba incluido en mi rutina diaria. Esto fue lo que ocurrió:


Un joven empieza a caminar hacia la puerta del bus y habla al oído del chofer, yo imaginé que tenía algún problema, pero de repente desenfunda un arma y empieza a gritar “todos colaborando con sus celulares o aquí va pasar algo muy feo”. De repente aparece otro joven que empieza a pasar fila por fila pidiendo los celulares, llega a mi lugar e inmediatamente le doy mi teléfono, pongo mis manos en mi rostro, cierro los ojos y solamente escucho todo lo que pasa a mí alrededor. Empiezo a identificar tres voces más, por lo que intuyo que dos jóvenes asaltan la parte de atrás del bus, uno está al lado del chofer amenazando con el arma y el que pasó a pedirme mi celular se dedica a despojar de sus pertenencias a los pasajeros ubicados en la parte delantera del bus. Escucho cosas horribles, amenazas con disparar a la cabeza de un señor, golpes, gritos, palabras obscenas etc., etc., todo era un verdadero caos. Recuerdo pedirle al Señor “por favor que no le hagan daño a ningún pasajero”. Todo esto ocurrió en cuestión de diez minutos o menos. Por fin se bajan del bus, con el preciado botín, las pertenencias de los pasajeros. Abro mis ojos y veo tres niños al frente tan asustados que no hablaban, sus caritas pálidas, señoras llorando y los señores empiezan a comentar que los dejaron sin dinero y uno comenta como lo golpearon. Y pues yo un poco nerviosa, bueno la verdad muy nerviosa, pues fue una experiencia que jamás había vivido y que no se la deseo a nadie.


Me bajo del bus y empiezo a recordar lo sucedido, al principio con mucho enojo, no por lo que robaron sino por las emociones que se manejan en ese momento y además el sentir la impotencia de no poder hacer nada y tan solo ceder a lo que ellos demandan. Pero luego mis pensamientos se vuelven alabanzas para el Señor, porque aún estoy viva, porque tuve la oportunidad de un día más de trabajo, porque ahora estoy compartiendo con ustedes mi anécdota, porque pude regresar a casa y compartir con mi familia nuevamente, porque por la noche pude estar con un amigo y compartir un café, porque también pude compartir con mi hermana por la noche, porque tengo paz, porque pude orar durante el día por estos jóvenes (que es un poco difícil jajaja), porque estoy segura que hay ángeles a mi alrededor, porque estoy a punto de ir a descansar para recibir un nuevo día, porque Dios es fiel, etc, etc, etc.


Entonces entiendo que fue un “asalto frustrado”, lo único que se llevaron fue un celular que tal vez con suerte les den cien quetzales. Pero yo me quedé con lo más grande y preciado que Dios me regala: la vida, su amor, su paz, la oportunidad de tener una relación con él cada día, su presencia, su misericordia (que es nueva cada mañana), su bondad, sus cuidados, sus promesas. Y nuevamente no me queda más que bendecir a esos jóvenes y pedir que el Señor toque sus corazones y le conozcan como su único Señor y Salvador.

No comments: